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CRÍTICAS

* Elogiosos resultados
"La versión de Herrero Beatón articula el discurso con un énfasis alegórico, que permite el juego fluido de la ironía, dando lugar a la observación crítica o velada, elaborando un ordenamiento interno del espectáculo, donde los sistemas teatrales alternan sus influencias recíprocas. En un escenario magníficamente dispuesto, donde el efecto no es artimaña sino instrumento de significado, se convocan vicios y virtudes encarnados a través de objetos, muñecos que tienen un enorme peso dramático, maniobrados por ese gran antagonista que es la Locura. La acción transcurre con una dinámica formidable, que multiplica el sentencioso interés del genial texto, con una interpretación sugestiva del actor, que más allá de una increíble destreza corporal, marca con sensibilidad los momentos más disímiles sin quebrar la solvencia. El debate Erasmiano, que pone sobre el tapete las contradicciones de los comportamientos humanos, tiene una vigencia absoluta y el director sabe traerlos a nuestro fin de siglo mediante detalles minuciosamente trabajados e incorporados, como el sonido, en el cual Zidán se apoya constantemente. El actor, se desplaza por el escenario componiendo una coreografía dramática que sorprende por su precisión, su emocionalidad gestual, su ductilidad y una evidente capacidad sensible para comunicar las complejidades del discurso, a través de una torrencialidad de estéticas combinadas que jerarquizan un espectáculo muy bien iluminado."

Cristina Landó
Guía del Ocio - 1996

* Espectáculo exuberante
" Un espectáculo vistoso, muy ágil, muy acrobático y muy exuberante en todos los sentidos. Ya al subir a la sala el espectador se enreda con tules y redes de pesca. Luego, el amplio escenario ofrece, además de los tules, un trapecio, una escalera, numerosos muñecos y otros elementos de utilería que convierten el escenario en un ambiente surrealista. La actuación de Zidán está en perfecta armonía con su entorno, encarna a una Locura febril, desbordada y alucinante. Sus despliegues físicos son impresionantes, desde el paro de cabeza en el escenario a los saltos en el trapecio, el actor- gimnasta hace alarde de una destreza envidiable."

E. Friedler
El PAIS - 13 octubre 1996.-

* El Esplendor del exceso
"La alegría de la plenitud de lo que generalmente es considerado despreciable: eso es lo que transmite el escenario sobre poblado de cosas; lo que confirma la notable dirección y la destacada actuación. La versión dramática es tanto o más convincente que el texto de Erasmo. Zidán hace de su desnudez física un desnudamiento de las pasiones (placeres, ansias y padecimientos) de su personaje. Y en él, el de todo el género humano. El viejo y querido "distanciamiento" no tiene la rigidez, la artificiosidad que muchas veces padecimos en Montevideo. Esta vez cumple perfectamente su cometido de inhibir la fascinación escénica para habilitar la reflexión. Buena parte de la gente de nuestro teatro uruguayo parece muy preocupado por hacer más que un teatro desprejuiciado, un teatro antiprejuicios. He aquí un buen ejemplo del logro de ambas metas; quizás porque ambas, y tal vez muchas otras, aparecen subordinadas a la importante, o sea, la calidad del espectáculo." Sala Cero - Teatro El Galpón "una sala que no tiene más escenario que el piso y sin embargo tiene duende"

Claudia González Costanzo
POSDATA - 22 nov. 1996


* El Elogio del Delirio
"Para la recreación en escena de esta obra, curiosa pero no menos clásica, de un erudito y humanista, el adaptador y director Herrero Beatón recurre a la fantasía y casi diríamos al delirio. Puebla el escenario de redes, cuerdas, postes y diversos adminículos, envuelve a la escena en luces extrañas y dispone que el actor emplee una vos nasal, en medio de saltos, caminatas, carreras y acrobacias, todo ello bajo una mascara de pintura de colores diversos. El actor Zidán cumple una labor abnegada, sus evidentes cualidades: energía, comunicatividad y equilibrio se ven a través de los pies de esta obra"

Jorge Arias
LA REPUBLICA - 1 de noviembre 1996

* Locuras y venganzas
"Para algunos, la locura sería la adaptación del clásico renacentista de Erasmo de Rótterdam - uno de los hombres que más influyeron en el cuestionamiento del ritual cristiano- que en la traducción varía de título, pero suele denominarse Elogio de la Locura. El director Herrero Beatón se lanzó a dar cuerpo dramático a este gran discurso que habla de todo un poco, pero que en especial reflexiona sobre la inconciencia, la irracionalidad, el arte y la vida. En el escenario se ve una especie de aquelarre, donde la encarnación de la locura- por Zidán- está pomposamente adornada por una escenografía de marcado despliegue y una utilería que después será utilizada con precisión durante el espectáculo, el actor posee una preparación física envidiable y una resistencia a pruebas de balas."

Alfredo Goldstein
BRECHA - octubre 1996

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